Devocional 1 de Noviembre, 2013 - Jeremías 15:19

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“Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” – Jeremías 15:19

Jeremías fue un profeta que sufrió la pena de ver la apostasía de su pueblo y que experimentó gran frustración porque no había ningún resultado visible como fruto de su predicación. Nadie parecía estar dispuesto a atenderle y más bien recibía desprecio y amenazas.Las Biblia registra algunas de las  oraciones de este profeta las cuales incluyen frases como estas:- “… sabes que por amor de ti sufro afrenta” – (Jer.15:1)– “!!Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra!” (Jer.15:10)– “!!Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche…” (Jer. 9:1)El libro de las Lamentaciones del profeta Jeremías es clara prueba de la clase de situaciones que experimentó en su vida y la clase de respuesta que recibió de aquellos a los que trataba de ganar para Dios.Al inicio del ministerio de Jeremías reinó en Judá un joven llamado Josías, el cual trabajó arduamente para reformar el país, él estuvo dispuesto a volver a la Biblia, la cual había sido ignorada por mucho tiempo.Esto es lo que registra el libro de los reyes con respecto al estado de Judá y las reformas realizadas:“Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos. - Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera.” (II Reyes 23:5,7)El pueblo parecía ser tan idólatra y tan inmoral como la gente de los países vecinos, y aunque el rey por la fuerza realizó importantes cambios, la Biblia nos dice que el problema continuó porque con el siguiente rey las cosas volvieron a ser como antes y la idolatría y la inmoralidad continuaron.Cuando algo es muy popular, la influencia culturar es tan grande que son pocos los que escapan de ser arrastrados por la creencia o práctica que predomina en una sociedad. El pueblo de Judá profesaba la religión de Jehová, el Dios de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob y también decían honrar la memoria de Moisés por medio de quien habían recibido el Pacto de la Ley. Sin embargo, las prácticas supersticiosas y las creencias paganas abundaban en el pueblo tanto en el pueblo como en los líderes políticos y religiosos.Nadar contra la corriente no es fácil, muchos prefieren buscar una posición cómoda y esa posición es llamada  erróneamente “moderación”. Al igual que en la terrible época de Jeremías, los cristianos en la actualidad parecen ser incapaces de desechar costumbres y creencias del mundo que les rodea y pretenden seguir a Cristo sin dejar tales pensamientos y actividades.Algunas costumbres y celebraciones de nuestra cultura occidental y americana parecen inocentes, pero los cristianos estamos llamados a vivir en un nivel de santidad que toma en cuenta no solo las costumbres, sino las motivaciones y los orígenes de esas costumbres.Pocos cristianos están dispuestos a analizar primero las actividades en que se involucran para saber cuál es el enfoque de una celebración, cuál es su origen y qué provecho hay en involucrarse en tal cosa.Por el contrario, vemos que son más y más las iglesias y grupos cristianos que sin discernimiento alguno incluyen en sus programas actividades que provienen del mundo por la única razón de que son muy populares y funcionan para atraer a más personas, sobre todo a los jóvenes.El apóstol Pablo afirma que en el pasado los cristianos seguían la corriente de este mundo (Efesios 2.2) pero ya no debe ser así. Ahora somos llamados a apartarnos de toda especie de mal (I Tesalonicenses 5:22), a comprobar lo que es agradable al Señor (Efesios 5:10) y a aprobar no solo lo que es bueno, sino  lo que es mejor (Filipenses 1:10)Debemos vivir de tal manera que pudiéramos decir con limpia conciencia que deseamos que el mundo abrace lo que nosotros abrazamos y no al revés.¿Estás siendo influido por el mundo y sus prácticas sin hacer un análisis apropiado de la procedencia y utilidad de aquello en que te involucras? Si es así, es como si te estuvieras convirtiendo al mundo en vez de procurar que el mundo se convierta a Dios.Para Jeremías habría sido más fácil dejar su posición rígida y acomodarse un poco a la cultura en la cual le tocó vivir. Pero así como Dios advirtió a Jeremías para que se diferenciara procurando influir a los que le rodeaban, así nos advierte a nosotros. Puede ser que no veamos mucho fruto, como tampoco lo vio Jeremías, pero grandes promesas hay para los que se mantienen fieles.Podemos confiar que la promesa hecha a Jeremías es para nosotros si también nos conservamos fieles como el profeta lo hizo:“Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.” (Jer. 15:20-21)¿Te estás convirtiendo al mundo o estás intentando convertir al mundo?Que seamos fieles al llamado divino de la separación y nos conceda el Señor ser instrumentos en sus manos para la conversión de los que nos rodean. AménPr. Alexander León  

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